O COMEÇO DO FIN
GALERÍA
EVA RUÍZ: hasta 31/05/12
La mayor virtud de esta
exposición, la que dentro del evento Jugada a tres bandas nos ofrece la Galería Eva Ruíz, es que además de ser
muy buena exposición es, según a mi me lo parece, de todo punto pertinente. Claro
está que ser pertinente o no es algo muy parecido a no decir nada, pero si nos
explicamos un poco, si buscamos las razones de este ‘parecer’, seguro la cosa
queda más que clara.
Y es que las confusiones están
tan al cabo de la calle, son tan procelosas los ejemplos de un arte melifluo y
sin sustancia alguna, que esta exposición nos brinda la oportunidad de desenmascarar
la verdad más verdadera del arte: ir al encuentro del tiempo, toparse con su
más oculta posibilidad y hacer que implosione en la lógica de los hechos a la
que, solo aparentemente, sirve.
¿Raro? Sí, quizás. Porque uno
está más familiarizado con un arte endomingado con la flema revolucionaria, con
el grito viscoso del que toma las partes por el todo y todavía está atrapado en
las lógicas de la redención. Eso o todo lo contrario: un arte de pose y boato, de
incineración turística, llamado a formar parte del ya más que incipiente
capitalismo cultural –aquel que tiene en la forma artística el nudo gordiano de
la narcolépsica generalizada.
Esta presente exposición,
comisariada por David Armengol,
tiene como leitmotiv principal el momento de indecibilidad en el cual el
acontecimiento está a punto de suceder, de –así como quien dice- escapársenos
de las manos. Es ese momento, instante antes, en que la esperanza se mezcla con
la predicción, y la anticipación pareciera ser el juego nuestro de todos los
días.
A partir de tan leve propuesta,
los vericuetos hacia donde nos lanza esta exposición tocan redes neuronales de
esto llamado arte. Y si, como es el caso de este amable blog, los intereses en
la labor de crítica abordan problemas estético-filosóficos, las conexiones se
multiplican casi por mil.
Y es que, para decirlo con la
máxima brevedad posible, en una época en que el ser es devenir puro, las
estrategias estéticas han de procurar hacer dinamitar el reino de lo
hipervisible, reino sobre el que se ha erigido el complejo entramado
productivo-libidinal sobre el que se asienta el triunfo aplastante del capital.
Tiempo, capital y subjetividad, han quedado desde Aristóteles vinculado a priorizar la presencia, el tiempo-presente
y, con ello, a hacer de la representación el eje discursivo principal a partir
de cual distribuir poderes.
Si lo único pensable hasta hace
bien poco es el “ahora” –ejemplificado en esa querencia a la presencia, al
reposo, y, en definitiva, a la representación-, lo que se hace irrecusable para
cualquier forma artística es situarse no ya en el espacio intersticial que
separa cada corte de tiempo en una infinitud de ‘ahoras’, sino que más bien lo
que ha de pretenderse es acoplarse con el movimiento de lo irrepresentable: ese
trabajo del pensamiento que se sitúa en el mismo tránsito, en el mismo devenir
de un sentido que siempre es simultáneo en dos direcciones, una que va y otra
que viene.
“Alicia crece”, decía Deleuze. No va de un punto a otro, no
remite ya a un movimiento aristotélico del antes y el después. Más bien se
trata de la simultaneidad de un devenir cuya propiedad es esquivar el presente
y que, en la medida en que lo logra, el devenir no soporta la separación ni la
distinción entre el antes y el después. Resumiendo: “Alicia se está haciendo al
mismo tiempo más grande de lo que era y más pequeña de lo que llegará a ser”. El
sentido como bifurcación, como instantaneidad de un presente sin profundidad.
Y la dificultad entonces comienza
justo ahora: porque, ¿cómo ‘representar’ esta lógica de lo impensable, cómo
hacer representable este momento situado no ya en el tiempo presente sino en un
tiempo-superficial, que no quede circunscrito al abismo insondable del pasado y
el futuro? Y es que problema es siempre el mismo: el del paso, el del
movimiento: ¿cómo pasar de A a B?, ¿cómo comenzar el movimiento?, ¿cómo empezar
a andar?
Si antes hemos dicho entonces que
esta exposición nos parece pertinente es precisamente porque lo que pretende
–situarse en ese ‘otro’ tiempo- es aquello que pareciera haber sido olvidado
las más de las veces por la propia práctica artística. Inundados como estamos
de un arte que no hace más que seguirle el juego a la realidad –por muy gallito
que se ponga a la hora de autodesignarse como político-, carcomidos por
estrategias panfletarias y ampliamente consensuadas por las lógicas de lo
visible, se nos antoja muy conveniente plantear una exposición que partiendo de
posiciones humildes apunte a la urgencia que tenemos de no olvidar para qué
estamos aquí.
Alumbrar, en definitiva, otra
temporalidad no centrada en el presente ni que tampoco sea circular: la
temporalidad del Aión, esa que es
siempre ‘antes’ o ‘después’, pero que nunca es ‘ahora’: la acción no la dice el
verbo en gerundio sino en infinitivo. ‘Crecer’, ‘amanecer’, etc. Y es que el infinitivo expresa privilegiadamente
el ‘acontecimiento’, ese algo de incorporal, intempestivo e inactual que se
centrifuga a través de los cuerpos y las proposiciones: el sentido como superficie
metafísica, la distancia o diferencia propia respecto del tiempo-presente, ese
algo –la relación entre cuerpos y lenguaje, entre cronos y Aión- que ya no es
corporal pero que aún no es proposicional.
Es decir, más que ‘amaneciendo’,
el ir de un punto a otro del Sol, ‘amanecer’ (Overture, Fito Conesa)
como temporalidad incorporal, como tiempo-presente sin profundidad, sin cortes
que le hagan depender de un antes o un después. Más que un ascensor que vaya de
la planta baja a la tercera (Música de
Cámara. Video Tape’s Music, Fito
Conesa), un ascensor en movimiento puro, en la duración (diría Bergson) de su movimiento de ‘subir’ y
‘bajar’. Casi nos lo ponen en bandeja: si esta última obra remitiría a la
lógica de la imagen-movimiento de Deleuze,
la primera supondría una imagen-tiempo.
Y lo que logra este pensamiento de
la diferencia es situarse en una experiencia siempre diferente, no anclada en
la factualidad del pasado ni en el futuro por-hacer: una memoria en doble
dirección, aquella que desborda el recuerdo para incardinarse en lo no-sido,
aquella que no remite a un futuro como consecutividad de hechos lógicos sino
abierto a la más radical de las novedades: aquel que deja el tiempo ‘vacío’, a
expensas de ser llenado a cada instante con el eterno retorno de la pura diferencia.
Así, por ejemplo, las obras de Pedro Magalhaes (Fake Memoirs) compuesta por fotografías tomadas en diferentes viajes
y vivencias, cuestiona el carácter lineal de la memoria y el recuerdo: no ya
rememorar lo ya-sido, sino atisbar lo que quedó en simple virtualidad, en
simple potencia efectiva. No somos lo que recordamos, sino más bien los
intersticios de una memoria que se evade a cada paso, que choca con el olvido
como forma más precisa de elucidación. Una memoria siempre productiva, que no ha
de rendir pleitesía al reino del sido ni del vendrá. Una memoria, como la de Proust: no ya el yo-Combray como
memoria, sino el yo-Combray como lo nunca sucedido.
En definitiva, y para no alargarnos
más, la labor de esta exposición es disponer los movimientos que ha de realizar
el arte –el trabajo poético y de ficción- con el fin de lograr la que de verdad
es su misión: subvertir la lógica causal de los hechos para toparse con ese
quantum que se escapa, esa algo intempestivo que exuda la propia historia y que
no puede catalizarse a partir de las lógicas del tiempo cronológico.
Una intersección entre la
temporalidad de los hechos y el presente continuo de un tiempo sin espesor –entre
la lógica de los hechos y la lógica de la poesía, entre los actos poéticos y los
acontecimientos históricos - que puede abrirse siempre a la novedad
de lo por-venir: aquello que, como el torbellino que fotografía Zoé T. Vizcaíno, no es movimiento
sucediendo en o a través del tiempo, sino tiempo desgranándose en un acontecer
puro. Pura virtualidad sin efecto, puro comienzo sin fin determinado.
¿Cómo atraparlo, como fijarlo sin
para ello recurrir al tiempo del presente que fija, sin remitirse a la
fantasmagoría de la representación?
No hay comentarios:
Publicar un comentario