sábado, 20 de agosto de 2016

MONTSERRAT SOTO: EL LIBRO COMO ARMA DE FUTURO


MONTSERRAT SOTO: DATO PRIMITIVO 5. PINACOTECA
MUSEO DE CIUDAD REAL. CONVENTO DE LA MERCED: hasta 31/08/16

La presente edición de Photoespaña tiene parada este año –como maná caído del cielo– en Ciudad Real. Para una ciudad cuyo presupuesto en cultura se va en la Semana Santa y en traer a Camela a la Feria –dicho esto sin resquemor ninguno pues la pequeña ciudad da de sí lo que puede y seguro que bastante bien lo hace– este evento merece, y aunque solo sea porque quien esto escribe tiene la osadía, casi diría heroicidad, de residir en esta ciudad manchega, una breve reseña.
Eso sí: la exposición queda referida inmediatamente al Quijote. En el IV Centenario –recordemos, de la publicación de la segunda parte que, como El padrino, es la mejor– era algo previsible. Pero es sin duda algo reiterativo, pesado y decepcionante que casi todo alegato cultural en la comarca tenga que tener el sello y la impronta del gran personaje cervantino. Dejémoslo en todo caso en un síntoma regional –la política cultural de la zona necesita una red para poder volar– y entremos en más detalles.
La exposición en cuestión es de Montserrat Soto (Barcelona, 1961) y se titula Dato primitivo 5. Pinacoteca. Formada por composiciones fotográficas de grandes cuadros de los siglos XV al XVIII que cumpliesen la única condición de haber tenido, cuadro o pintor, algún contacto con La Mancha –entran por ejemplo Velázquez, Berruguete o El Greco–, el interés de la artista estriba en –con la distancia estética acumulada en una mirada tan desinteresada como puede ser la propia de un tiempo como el nuestro que va camino de convertir el libro en reliquia arqueológica– hacer notar la presencia tan reiterativa como, según el parecer de nuestra época, extraña del libro como motivo pictórico.
El libro, hoy destinado a mercancía a tener en cuenta en fechas tan señaladas como san Valentín o el día del padre, tuvo su momento de gloria precisamente en aquellos siglos que van desde la invención de la imprenta (siglo XV) hasta el momento previo (siglo XVIII) a la incipiente difusión capitalista del libro –y la educación y la enseñanza– a todas las clases y estamentos sociales. 


Es este dato, creemos, lo que pone encima de la mesa Soto para que, mutatis mutandi, reflexionemos sobre nuestra contemporaneidad y, sobre todo, con las formas actuales de difusión del saber. En suma, una arqueología del saber en toda regla que delinea la artista catalana para que nos situemos dentro de este desplazamiento del saber que se ha ido produciendo durante los últimos siglos y para que nos percatemos de la ideología de base –y de su poca inocencia– que ha ido permutando el saber.
El libro, como queda de manifiesto en la abigarrada iconografía que nos bombardea la vista, alegorizaba una producción ideológica que se sustentaba –ya como identidad del personaje, ya como acontecimiento histórico de relevancia– en un saber fijado y condensado en el libro y que operaba como fundamento sapiencial de legitimación y autoridad. San Jerónimo, santa Teresa de Jesús, santo Domingo, reyes y aristócratas, el descubrimiento del Nuevo Mundo, la unión del reino de España, la expulsión de los cátaros, son datos históricos marcados como tales por la presencia de autoridad que dictamina el libro.
El germen está sin duda en la Anunciación: la Virgen, recordemos –y algún ejemplo ha tomado la propia Soto, en concreto la de Juan de Borgoña que está Sala Capitular de la Catedral de Toledo–, es visitada por el Espíritu Santo mientras que estaba leyendo las Escrituras. Es solo en contacto con un saber fijado en escritura que surge el acontecimiento; es solo en contacto con una Palabra que atraviesa la historia que irrumpe lo inesperado. Derrida podría haber tenido aquí otro dato para su desplazamiento logocéntrico. Todo es, en suma, muy judío: no hay textos nuevos sino interpretaciones diferentes que generan un saber diferente. Cada personaje, cada hecho histórico, queda consolidado en una determinada ilación de palabras reinterpretadas: el libro es solo su alegoría, la constatación de una autoridad que se impone. 
¿Y ahora?, ¿qué somos, qué acontecimientos hay? El libro sería desplazado, quien sabe, por un iPod, por un Smartphone. La tecnología cambia porque cambia el saber necesario para producir un “yo” determinado: el “yo”, en suma, es el primer producto tecnológico. Si el libro ha sido casi eliminado como dato cultural es porque el saber que destila –ese saber condensado y cimentado en su eterno presente– no vale para lo que la ideología actual necesita de nosotros: necesita identidades volubles, en constante desplazamiento; identidades nómadas que operen en rizoma, identidades cuya memoria es siempre futuro.


Este es, sin duda, el sempiterno tema de la técnica, el paraíso que nos abre –se trata ni más ni menos de la posibilidad de conquistar por fin nuestra emancipación– pero también el infierno del que no logramos desasirnos del todo: allí donde la tecnificación de nuestros deseos apunta, no dejamos de constatar que el capital ya había llegado antes. Un tema que da mucho de sí pero que aquí solo dejamos apuntado.
En definitiva, muchas y variadas cosas nos ha querido trasmitir Montserrat Soto con esta exposición. Pero sobre todo una: en el desplazamiento de una episteme que es ya una nodalogía pulsional, ¿qué celebramos cuando celebramos el IV Centenario del Quijote? En esta vacua efemerología en la que vivimos, ¿no será toda celebración un intento de olvidarlo un poco más? Está claro: se celebran cada vez más datos históricos para desconectarlos de su  potencial vis disruptiva, para decir a la población “tranquilos, nosotros nos encargamos, un par de eventos culturales y podremos vivir tranquilos medio siglo más”.
Por el contrario, y esto es lo que entrelíneas dice la exposición de Soto, ¿no será que leer es, ahora más si cabe, un acto de resistencia?, ¿no será que el libro debe de ser elevado, ahora ya perdida por fin su función programática e ideológica, en arma disruptiva, en arma con capacidad de generar futuro? Esa y  no otra debe ser la actualidad del Quijote: no que se lea en las escuelas ni que sirva de ocasión para que los politicastros inauguren un par de eventos culturales: el Quijote siempre será el ejercicio anti hegemónico de lograr construirse una subjetividad, una identidad yoica, fuera de los espúreos reclamos de lo ya-dado, de lo esperado por anticipado. 

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