sábado, 12 de mayo de 2012

NUEVOS PEREGRINAJES PARA NUEVAS ECONOMÍAS: LA IMAGEN-MUSEO COMO IMAGEN-MUNDO



ERLEA MANEROS ZABALA: PILGRIMAGES FOR A NEW ECONOMY
GALERÍA MAISTERRAVALBUENA: hasta 23/06/12

Lo que hay que tener más que claro, si uno quiere deslizarse por los terrenos más que pantanosos del arte contemporáneo, es que las preocupaciones han pasado en los últimos años de un interés por las cuestiones meramente estéticas –anudadas más o menos a consideraciones políticas- a la pregunta incesante por la imagen. Es en ella, en su producción y distribución, donde se juega el global de las preocupaciones estéticas y ahí donde vienen a coincidir arte y política para desentrañar los procesos de poder que conforman la sociedad en la era –ésta la nuestra- del capitalismo cultural.

Y es que la imagen concita en torno a su génesis los procesos materiales involucrados en la construcción de la actual sociedad de forma tan perfecta como perversa. La imagen, convertida en signo-capital, ha convenido en convertirse en la mercancía transaccional más perfecta para una era cercana ya a la inmaterialidad.

La imagen ya no queda organizada en torno a una racionalidad epistémica donde el tiempo queda cifrado en la lógica de la representación, sino que, en la aceleración del propio tiempo, el estatuto de la visualidad se ha convertido en una máquina de visión perfectamente adiestrada en lo que más le conviene: plegarse a lo inmediato y escenográfico y, con ello, atrincherar toda carga mnemotécnica en la pulsión del instante. Es decir, enterrar toda carga de memoria y de historia, de impulso que pueda rastrear y rearticular el pasado con sus síntomas y montajes.

La imagen opera la ilación perfecta entre estética y política al conseguir poner todo el sensorium puesto en juego dentro de una comunidad para la causa de un recorte político determinado de los tiempos y los espacios: aquel que aboga por hacer lo más delgado que se pueda al membrana temporal sobre la que se construye toda imaginario colectivo. Es decir, si el olvido es nuestro trauma, si al sintomatología del tempus fugit nos vertebra, nada mejor que hacer de ello ethos generalizado para una sociedad tan líquida y gaseosa como sea pertinente.


 
Teniendo esto en cuenta, la exposición que actualmente puede verse en la Galería Maisterravalbuena solo cabe calificarla de excepcional. La artista Erlea Maneros Zabala, nacida en Bilbao y con sede en Los Ángeles desde 2003, propone unas imágenes, diminutas y difusas, pero que se sitúan por sí mismas en el mismo centro de las problemáticas a las que acabamos de referirnos.

La estrategia es tan simple como contundente: buscando en el ordenador y el iPad imágenes de museos de arte contemporáneo, la artista fotografía las mismas imágenes encontradas logrando así una representación difusa, donde el polvo de la pantalla se mezcla con una luz implosiva que desenfoca el resultado final, pareciéndonos éste más cercano a decorados de ciencia ficción que a verdaderos museos de arte.

Con este simple gesto la imagen, en este caso la de los museos contemporáneos –elevados a nuevos tótems del turismo cultural, a nuevos emplazamientos de peregrinaje global- se enfrenta a un cuádruple proceso de construcción y distribución que trata –y a nuestro entender consigue sobradamente- poner sobre el tapete las estrategias ideológicas a la hora de construir la imagen ‘museo’: cómo se vertebra una pulsión desiderativa, un deseo de ‘estar’ y ‘ver’, en el peregrinaje a centros de arte como si estuviéramos ávidos de ‘cultura’.

Y es que el museo, comprendiendo que ha de situarse dentro de los emplazamientos del nuevo régimen de lo hipervisual apoyado por una nueva economía mundial, sabe muy bien que es más su referencia a algo sublime -a un lugar mítica a donde ‘hay que ir’- más que el servicio al que hipotéticamente ha de rendir cuentas, lo que cuenta. Es decir, la exhibición de nuestros peregrinajes más que la construcción cultural de una sociedad.

La imagen original, la imagen que ‘flota’ en internet, la imagen capturada por la propia artista y la imagen definitiva revelada en un supermercado: cuatro momentos de un proceso de emergencia de la imagen-mundo como nueva disposición de fuerzas en la era del Capitalismo Cultural.

En definitiva, es lo sublime de sus arquitecturas –su propio proceso de devenir imagen- lo que deconstruye Maneros Zabala haciendo de ellos emplazamientos obsoletos, abstractas propuestas anacrónicas.

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