miércoles, 27 de febrero de 2013

MONTSERRAT SOTO: HETEROCRONÍAS EN EL ESPACIO DE LO SUPRASOCIAL



MONTSERRAT SOTO: TIEMPO ROTO
GALERÍA JUANA DE AIZPURU: 29/01/13-07/03/13

          Desde 2005 lleva Montserrat Soto inmersa en un proyecto de catalogación y documentación llamado “Doom City” en torno a las nuevas realidades sociales surgidas a raíz del acelerado abandono de las pequeñas poblaciones y, consecuentemente, del desmedido crecimiento de las grandes ciudades. Con el subtítulo de “del hombre nómada al hombre sin lugar”, Soto quiere hacer referencia con este trabajo a las nuevas realidades socio-políticas que parecen están alumbrando un nuevo tipo de identidad que, a pesar de todos los beneplácitos de los “regímenes” democráticos, de toda la parafernalia del progreso y demás soflamas, está entretejida en una nueva ideología panóptica y con altas deficiencias de libertad.

Así, a mayor velocidad, a mayores cuotas de progreso, la tiranía crece exponencialmente hasta dar como resultado un hombre no referido a ningún lugar sino simplemente adscrito a la necesidad de supervivencia, un hombre que entiende su habitar no desde la fenoménica apertura a la naturaleza sino desde la tendencial opresión a refugiarse en una bukerización adiestrada.

Porque los cuatro dualismos sobre los que se asienta esta obra de Soto (privado/público, legal/ilegal, libertad/necesidad, y tiempo roto/no-tiempo no-roto) vienen a articularse en referencia a un nuevo estado de la cuestión, de la cuestión social, donde los problemas que se infieren del desarrollo insostenible y del progreso a velocidad límite revierten en una sociabilidad traumática de la exclusión. Y es que, como dice ella misma, se ve “un decrecimiento global de la libertad y la amenaza de un crecimiento de poder de unos pocos que tiranizan nuestro mundo”.
 
 

El trabajo de Soto, del que esta exposición es sólo una pequeña muestra, quiere dar cuenta de las asincronías paradójicas que suceden en el núcleo de la modernidad más contemporánea: la mega-urbe. La propia artista incide en los problemas más acuciantes a los que se enfrenta el tejido social actual: los viejos límites entre campo y ciudad, las posibles consecuencias futuras de la superpoblación o los movimientos migratorios, el renovado valor de la noción de accidente en el urbanismo (en relación con los asentamientos espontáneos) o los efectos de la especulación en el centro de las ciudades y el desplazamiento de las personas con pocos recursos a los suburbios de los suburbios. De este modo, y parejo a toda esta problemática, nociones como supervivencia, barreras étnicas, intercambio y organización están en un constante posicionamiento frente a la ciudad.

El concepto de "comunidad ilegal" cobra entonces un especial sentido en su trabajo: lugares de exclusión que, paradójicamente si nos atenemos a lo políticamente estipulado, dan acogida a la gran mayoría de la población. Comunidades que se desarrollan fuera de la ciudad legal y que para Soto tienen una importancia heterocrónica con respecto al tiempo clásico de la ciudad. En ellas, bajo el símbolo totémico, un mismo tiempo homocrónico establecía una relación precisa entre el logos y el nomos, un emplazamiento amurallado donde la justicia era un dar a cada uno lo suyo según el tiempo interno de la propia ciudad.

Sin embargo, ahora, el tiempo de la ciudad –embuclado rizomáticamente con sus propios accidentes de exclusión- no coincide consigo mismo. La lógica dentro/fuera funciona como una pulsión maquínica simétrica pero de sentido contrario al del capital: a la gente del centro degradado se les desplaza junto a los que vivían ya en los suburbios a otros suburbios de los suburbios creando en esa fluídica un tiempo descoyuntado entre el interior y el exterior.         

El campo de estudio son ciudades como Sao Paulo, Tokio, Nueva York, Delhi, Pekín, El Cairo, Estambul, Paris, Moscú, Lagos -además de Damasco, Caracas y Cuba-, ciudades todas ellas que en 2015 tendrán más de 10 millones de habitantes cada una. Ciudades que crecen a base de implantes postizos, de flujos epidémicos, creando un organismo deforme y comprendido como emplazamiento de especulación y máxima transacción.
 
 

Lo presentado ahora en Juana de Aizpuru refiere a ese cuarto nudo tensional sobre el que Soto establece su punzón de entomóloga: tiempo roto/no-tiempo no-roto. Es decir, emplazamientos como lugares extendidos en el tiempo que han sido alguna vez ocupados y que ahora esperan su momento de volver a ser vividos. Es en ese retorno donde la artista sitúa la posibilidad de una nueva evolución, de un nuevo devenir social, de un nuevo tránsito histórico-temporal desde donde hacer visible todo lo que nos hemos ido dejando por el camino.

La mirada que se topa con esos escenarios de la ruina no es una mirada sublimizadora, no es tampoco una mirada denunciativa: nuestra mirada, en su enfrentamiento, no es –ni puede hallar- ninguna “emergency exit”. Nuestra mirada, como debe ser toda mirada artística, debe lanzarnos a la constatación de que si no podemos destruir el mundo, el mundo tampoco puedo destruirnos totalmente. Y justamente en su zona de intersección, entre el éxito y el fracaso como polos imposibles, opera el arte creando lo una nueva construcción social.

Casi diríase que Soto reactualiza la mirada del Angelus Novus de Klee teorizada por Benjamin: la destrucción del pasado nunca puede ser total porque, a las malas, siempre nos quedaran esas ruinas, esos vestigios del pasado desde los que volver a comenzar en cada caso articulando una diacronía temporal entre el tiempo roto y el no-tiempo no-roto.

La posibilidad de que el accidente tome forma global y apocalíptica está ahí, pero Soto no nos pone –como ningún buen artista- en esa dicotomía facilona, sino que traza las bases para alumbrar un emplazamiento para un conocimiento diferencial respecto al tiempo global del hiperpresente.

Así, la misión suprasocializadora del proyecto Doom City es buscar, pese a todo, pese a las urgencias, pese a unas vidas hacinadas y sostenidas por el filo de la muerte, una heterogeneidad de tiempos donde lo social, en el excedente de tiempos siempre sobrantes, se produzca continuamente.

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