TÀPIES
GALERÍA SOLEDAD LORENZO (2712/08-17/01/09)
Escribir de o sobre Tapiés se ha convertido en un lugar común de tópicos y lugares manidos, los cuales, después de mas de medio siglo, son rastreados aún en busca de ese plus que permanece todavía escondido en cada obra y que permita una nueva lectura y una nueva reflexión. Sin embargo, y a pesar de que la seguridad de lo conocido puede depararnos lugares muy poco explorados, sería una sorpresa que éstos operasen nuevas significatividades.
Por el contrario, escribir con Tapiés es un ejercicio que puede llevarnos por abismos tan paradójicos aún hoy en día, que uno siempre, a riesgo de lo que pueda pasar, se camufla en lo conocido de esas sendas ya exploradas a las que antes me he referido. No confiar en uno mismo, no soltar la mano del artista, plegarse a su labor de entomólogo es la mejor manera, si no la única, de dejarse inundar por sus obras.
GALERÍA SOLEDAD LORENZO (2712/08-17/01/09)
Escribir de o sobre Tapiés se ha convertido en un lugar común de tópicos y lugares manidos, los cuales, después de mas de medio siglo, son rastreados aún en busca de ese plus que permanece todavía escondido en cada obra y que permita una nueva lectura y una nueva reflexión. Sin embargo, y a pesar de que la seguridad de lo conocido puede depararnos lugares muy poco explorados, sería una sorpresa que éstos operasen nuevas significatividades.
Por el contrario, escribir con Tapiés es un ejercicio que puede llevarnos por abismos tan paradójicos aún hoy en día, que uno siempre, a riesgo de lo que pueda pasar, se camufla en lo conocido de esas sendas ya exploradas a las que antes me he referido. No confiar en uno mismo, no soltar la mano del artista, plegarse a su labor de entomólogo es la mejor manera, si no la única, de dejarse inundar por sus obras.
Digo esto porque solo con él descubriremos, de una vez y para siempre, en qué consiste el perpetuo viaje que propone una y otra vez: el viaje del regreso al origen. Su trayecto es el del olvido, su paseo, el de la regeneración de lo olvidado pero a lo que es necesario volver como en perpetua letanía. Dejándonos solos, caeremos del lado asignificativo e idéntico de la materia redundante y cosificante
Pero, tan pronto iniciamos la senda a través de lo que él nos propone, el abismo se abre a nuestros pies. Porque su obra es un constante situarse en los límites que, re-explorados continuamente, apelan a nuestra mas específica singularidad, la de ser lanzados al límite en el que todo queda en suspenso.
Este remitirse al origen en busca del esenciante límite, tiene hoy, si cabe, más sentido que nunca. Porque, si una imagen vale mas que mil palabras, quizá sea ahora, en nuestro mundo no ya de las 24 imágenes por segundo, sino del mediático bombardeo sin fin, donde un gesto valga todavía mas que mil imágenes.
Y es que la opción que siempre ha tomado como prefiguración de este ser lanzado a la frontera del límite, no es otra que el gesto. Su gesto no es el de la trazada neoexpresionista inflada e inflamada en lo subjetivo de la experiencia. Su gesto es circunstancial y esencial al mismo tiempo, es azaroso y lleno de reflexión. Su gesto une y separa, concilia y enfrenta. Su gesto nace de la más propia individualidad, pero se entiende como respuesta a aquello que, desde su mistérica presencia, llama y apela.
Hunde sus manos, corta y junta por igual, se inserta en la herida, en la fractura de esa gestualidad, y la restaña de inmediato. La redime y la condena a postponerse una vez más. Juega, en una palabra, con la promesa del origen demiúrgico ahora entendido como límite de la presencia y del aparecer.
Un gesto se hace siempre en la mediación de un límite; un gesto es, por tanto, querer traspasar las fronteras de nuestro límite. El gesto es lo genuinamente más humano. Y ese límite, en cuanto ser nuestro, es lo más original y esenciante, lo que nos llama en cada caso a traspasarlo. Sus grafías asignificativas, su numerología vacía, sus figuras de rasgos antropomórficos, todo ello nos lleva al límite abierto en esa gestualidad.
Porque su abrir, su forma de rasgar la superficie-pantalla del lienzo, a veces con una velada tachadura, otras con pinceladas antropomórficas cargadas de fuerte densidad matérica, y otras, las mas logradas, mediante la huella concisa de un gesto por él realizado en el mismo lienzo, supone el punto de contacto con aquello que, en su mismo decir, no puede sino ser inarticulado.
Wittgenstein, otro explorador del límite, ya decía que de lo que no se puede hablar mejor es callarse. Tápies propone que, aquello que en un indecibilidad, no puede ser dicho, sea señalado con un gesto. Pero no un gesto cualquiera, sino aquel gesto que nos habite, aquel que en su huella nos lleve al lugar propio de nuestro límite.
La acción es ya algo condicionado, subjetivo, amortizado en las relaciones que la misma acción puede generar. Pero el gesto es el plegarse de la acción en sí misma, es el disponerse a ser clausurada en la mediación de la apertura que siempre está abriendo. El gesto es el primer momento de la comprensión y sin el cual todo intento de mediación queda atrofiado.
El gesto, en su abrir y separar originario, nos lanza a situarnos en ese límite al que, esencialmente, pertenecemos. Porque ese límite, abierto por lo gestual, es el ámbito del aparecer original. Así pues, la senda recorrida, nosotros con Tapies, nos lleva, a través de la contemplación de la huella del gesto, al origen, a un origen entendido como límite del aparecer.
Repetición, rito, simbología, marca, huella. Todos sus conceptos, en la sustancialidad latente de lo matérico a lo que remiten en yuxtaposición perpetua, nos llevan situarnos en esa indecibilidad de la frontera delineada por nuestro ser en cuanto ser del límite. Y si ese gesto es la alusión a lo primigenio e inaugural, no es que se trate de algo valioso en sí mismo, sino que quizá sea lo único que nos pueda ya salvar.
Otro filósofo, y también catalán como él, parece ser el compañero ideal en esta travesía del apelar al límite del aparecer a través del gesto matérico del origen. Eugenio Trías y su filosofía del límite deambulan en este recorrido mistérico. El ‘yo’, exiliado, deambulando en su éxodo, se ve apelado por un límite que lo esencia. A partir de un dato original, pura existencia en éxodo y exilio, un dato experimentado como falta que afecta al fundamento, el ser es apelado a un límite. Es, por tanto, solo en cuanto ser del límite como el ser se constituye y se conforma. Porque ese límite al que es llamado el ser constituye un ámbito donde es posible experimentar el aparecer del mundo.
Pero ese experimentar del límite por el ser fronterizo se lleva a cabo mediante el símbolo. El símbolo, irrupción de la aparición que resplandece en la frontera del ser mismo, revela a la vez que oculta el misterio de su esencia. Con este remitir del aparecer del mundo al símbolo se deja constancia de que el ser del límite halla aquello que lo esencia solo y únicamente mediante el acontecer del símbolo. El ser del límite no es otra cosa que un acontecimiento simbólico, un ser esenciado únicamente en su relación fronteriza con el símbolo.
En última instancia, habitar el límite, ser como ser de la frontera, tratar en ese habitar con símbolos, es apelar a una esencia eminentemente deudora y en falta. Porque el fundamento del ser es siempre un fundamento en quiebra que solo en su trato con el símbolo accede a la apertura del acontecer del mundo, pero también al replegarse del cerco hermenéutico propio del símbolo. Una desfundamentación, la del ser, que en su trato con el símbolo pretende trascender ese cerco hermenéutico, traspasar esa frontera del límite en un perpetuo y constante llegar a ser en relación a esa frontera que lo esencia.
Es, por tanto, ese acontecer del devenir del ser del límite en su intento de traspasar, de rasgar, de trascender el cerco de su aparecer, como el ser se esencia siempre en relación al límite que lo apela.
La sabiduría eterna de Tapiès consiste en ser capaz de representar esa trascendentalidad del límite en el que el ser se esencia, en remitir a ese gesto primigenio al que hemos catalogado como ese rasgar y traspasar lo simbólico de su acontecer siempre en el cerco de lo mistérico. La sabiduría eterna de Tapiès consiste en saber en que solo así, mediante el gesto, se nos abren las puertas de la comprensión de aquello que habita en el olvido de nuestro manufacturar técnico.
Es tan claro que complicarlo aun mas con palabras que solo y....es suponer mucho....el que las escribe comprende...sin darse cuenta...que... en algunas definiciones estas contradicen lo dicho anteriormente....hay que utilizar todos los terminos del dicionario solo asi se podra pensar que el o la que escribe es inteleigente y sabe de que habla....???
ResponderEliminarSomos el arte dicen....siempre el resto esta detras de nosotros....el resto es ....el 99% de la poblacion humana...y nos parecen muchos....para estar equivocados.....todos...???
Hoy cualquiera se auto define como artista....qualquiera dice ser comisario...qualquier cosa se define como arte....el museo es algo sin contenido....la belleza ha desaparecido del arte.....el todo vale se practica casi por obligacion...no se hace para humanos..ni por temas...algunos para alucinar....ni por los precios.....solo arte para ...aquellos que deciden que es ...arte...??
Y al final de la comedia del arte....arte solo existe en la subjetividad...en la objetividad.... arte es solo la manipulacion de tecnicas y materiales....en algunos casos mal manipuladas y con poca imaginacion...
Sigan ustedes hablando para ustedes....ignorando ese 99% de seres humanos que no les entienden...entre otras cosas por que no se entienden ustedes mismos....ni hay nada que entender