De acuerdo: no pensamos que se trate
del último concierto. Y, también de acuerdo, no fue en el Royal Albert Hall donde sucedió todo. Pero, sucediendo que la
confusión no ha hecho sino incrementar la mitología, lo de esta noche bien
puede ser comprendido como el regreso de los dioses en busca de su fuego. Sí: Bob
vuelve 47 años después al escenario donde no sucedió nada pero, al mismo
tiempo, sucedió todo.
Porque, a decir verdad, fue un par de
días antes (diez en concreto) cuando en Manchester, en el Free Trade Hall, y no en
el Royal Albert Hall londinense, alguien llamó a Dylan Judas. Pero como la realidad no está hecha sino de girones de
ficción debidamente recosidos para que no se noten mucho las costuras, lo mismo
da que da lo mismo. Fue el 27 de mayo de 1966. Y punto.
La cosa (lo comprendemos) puede quedar
en absoluta nimiedad para el común de los mortales. Pero para nosotros, los
carcas, los que pensamos (y el tiempo nos ha dado la razón) que la música
popular murió con Elvis, el asunto
reviste la mayor importancia. Porque, de haber un sitio donde desease estar
esta noche (y no solo esta noche sino que lo cambiaría de buen grado con cualquier
acontecimiento de los próximos diez años sin pestañear) será en el, ahora sí, Royal Albert Hall.
Porque, otra vez, no pasará nada. Pero
el ambiente estará electrificado. No solo una guitarra (que por cierto, ya casi
no usa) sino todo el ambiente, toda la atmósfera. Y es que Bob vuelve para reclamar su cetro y para hacernos saber que la
historia, y no solo Dios, siempre han estado de su lado. Sí: no pasará nada y,
de nuevo, todo estará desarrollándose ante los ojos se esos pocos de miles que
abarroten el recinto.
Pertenecer a una secta siempre es
pernicioso para la salud, pero para los dylanitas es nuestra única razón de
ser. Odiándole, existimos. Porque nadie ingresa en el selecto club de los dylanólogos
si no se le odia un poco. Se le odia por no cantar un poco mejor o por no tocar
la guitarra un poco mejor; se le odia por seguir dando giras o por no venir a nuestra
ciudad con suficiente regularidad; se le odia por no cuidar un poco más sus
discos; por dejar material difuminado en casetes que ahora estarán cogiendo
polvo en cualquier desván o sótano; por dar conciertos tan terriblemente malos
como (y cito solo dos de una lista casi infinita) el del Live Aid del 85 o el de
Sevilla en el 91; por pasarse del folk al rock, y de este al country, y de este
al gospel; por no ser un poco más cristiano y un poco menos judío o al revés o
ninguna de las anteriores; por hacer patente su poca adhesión a los movimientos
contraculturales de mediados de los 60; por no ser profeta de lo que se le exigía
y por pretender serlo de lo que nadie le pedía; por no pasarse por Woodstock aunque
solo hubiese sido para saludar cuando vivía a un par de kilómetros; por acudir
a la Isla de Wight a enterrar definitivamente su apócrifo legado hippie; y por,
en definitiva, dedicarse únicamente a tocar música norteamericana y ser capaz
de –justo cuando estás a punto de desahuciarle y pasarte a las filas de Springsteen (esa máquina perfectamente
engrasada pero incapaz)- trasportarte a lugares de tu mente que ni siquiera sabías
que existían.
Cómo soñaban los jóvenes marxistas de
entonces, hoy la historia acudirá fiel a su cita; porque, claro, no es ya solo
que la historia pase siempre dos veces, una como tragedia y otra como farsa,
sino que está construida por extrañas mitologías que, pese a oler para muchos a
rancio, son lo único que nos queda. Y si el rock era algo, si significaba algo,
era precisamente por establecer una escenificación de la rebeldía fuera de los
cauces organizados encargados de dotar de visibilidad a aquello precisamente
que convenía ser visto por la ciudadanía. Las caderas de Elvis, la obscenidad de Morrison,
la guitarra chamuscada de Hendrix,
el “judas” de Dylan, y un (no muy
largo) etcétera, administraban los cauces para una nueva épica. Es decir: unos
nuevos reguladores de la identidad, una cultura desligada de los resortes
administrados del mainstream bien pensante, unas nuevas maneras de
socialización, distribución y consumo alejados de aquello para lo que el
capital, por aquella época, estaba programado.
Ya de eso poco o nada queda. Y, aún
teniendo importancia en sí mismo, lo de hoy atiende a ser una de las pocas
ocasiones en que el pasado y el presente se fusionan para verse las caras en
persona. Cuando lo más aplaudido del panorama musical es una gatuna Miley Circus luchando a brazo partido
por ser más escandalosamente soez que cualquier otro (sobre todo, hay que decirlo,
cualquier otra), a uno se le cae una lagrimita cuando no hace mucho la música –lejos
de los shares y de las MTV- hacía
historia, pero historia de verdad y con mayúsculas.
Hoy, en definitiva, el poeta de la
canción regresa para hacernos saber que por mucho que nos conquisten, solo
queda la conciencia clara de lo que él mismo dice aprendió a finales de los 80,
justo cuando después de otra calamitosa gira (esta vez con The Grateful Dead) estuviera a punto de tirar la toalla: que un
cantante, simplemente, canta canciones.
Y sí, en cierta manera no estaría mal
que estos tres conciertos en el Royal Albert Hall fuesen los últimos. Quizá así
nos aseguraríamso que el fuego sigue encendido. ¡¡Pero seguro (al menos eso esperamos) que nos traicionará
de nuevo!!
Buenos días Javier, he visto tu Blog en Expecting Rain, y no puedo resistir comentarte que estoy "en capilla", mañana a las 06:30 salgo para Londres, ¡que coño Londres!, para el Royal.
ResponderEliminarBob está inmenso este año, esta temporada, esta NET. Ya le he presentado respetos en Milán (el 02/11) y en Roma (el 06/11).
Un abrazo de un Dylanhead,
Ramón Dorca
qué grande!! por fin este blog (despues de 5 años) vale para algo!! ya sabía yo que había de dejar las chuminadas del arte contemporáneo e ir al núcleo duro!!! sí señor!! entonces vas a ver el último de la serie??? tío, no nos conocemos, pero enciende una vela por mí...estaré allí aunque solo sea mentalmente!!
EliminarHola Javier,
ResponderEliminarsuscribo la práctica totalidad de tu reflexión sobre Bob, pero ¿por qué Springsteen o la maquinaria Springsteen es incapaz?
Saludos
Luis Miguel González
Hola Luis Miguel, no se lo que dirá Javier, yo te doy mi opinión 100% coincidente con el comentario de Javier.
ResponderEliminarYo fui muy, muy "Springstiniano", mi pasión por él explotó en Miami, en la gira de 1978 (Darkness Of The Edge Of Town) y continuó en Barcelona en 1980 (gira de The River), pero ya en Paris en 1985 (gira de Born In The USA) me empecé a percatar que aquello se estaba convirtiendo en un circo, eso si con una gran banda perfectamente engrasada (y dispuesta al trapecio), después aún le vi otra vez en el Vicente Calderón de Madrid, y ahí tiré la toalla.
Desde entonces lisa y llanamente no le soporto, de echo regalé un montón de piratas a mi hermano Javier (también estuvo en Barna en el 80´), que aún fue a verle la última vez que tocó en Madrid, pero qiue ya no tiene muy claro que vuelva.
De todas maneras cada uno tenemos nuestra visión y nuestra opinión y todas son respetables por igual.
Ramón
Hola de nuevo Javier, aquí dejo algunas impresiones sobre mañana
ResponderEliminarhttp://www.auriculares-hifi.com/foro/index.php/topic,18.270.html
Ya comentaré a la vuelta,
Saludos,
Ramón
Me parece que el link va chungo a ver este
ResponderEliminarhttp://www.auriculares-hifi.com/foro/index.php/topic,18.msg16036.html#msg16036
Alucino, el mundo es un pañuelo, no me puedo creer verte Ramón aquí en el Blog de Javi....¿ vas a seguir a Dylan por todo el mundo ? , espero que no lo hagas colandote en trenes de mercancia y bebiendo vino barato.....yo solo lo ví una vez y me gustó un huevo
ResponderEliminarUn saludo a los dos
Luis Corsini
Pero bueno Luis, ¿qué pasa contigo??? yo sí que alucino!!
ResponderEliminarYa le he echado un ojo a los links de Ramón, los ojearé com bastante asiduidad!!
Lo de Sprignsteen, no sé...reconozco que es inquina inconsciente, pero es que ni siquiera sé como se escribe el apellido del falso boss!!
Hola Javier, ya de vuelta, otro soberbio concierto de "His Bobness", comentarios en el hilo de Auriculares-hifi.com
ResponderEliminarUn abrazo,
Ramón
yo tambien estuve el 28 en Royal.
ResponderEliminarforgetfull....me emocionó como siempre. Con los bises aluciné.
Siempre ha sido el ma grande y sigue siendolo.