domingo, 19 de septiembre de 2010

ARTE EN DISOLUCIÓN: LA VERDAD PROCESUAL DEL ARTE


TXOMIN BADIOLA: “GODVIBES/LO QUE LA VERDAD ESCONDE
GALERÍA SOLEDAD LORENZO: hasta el 9 de Octubre
(artículo original en Revista Claves de Arte: http://www.revistaclavesdearte.com/critica/20710/Txomin-Badiola-en-Soledad-Lorenzo)
Si como apunta Zygmunt Bauman “la mortalidad humana es la raison d’être del arte”, lo cierto es que el cada vez mayor interés del arte por lo procesual y lo efímero nos hace pensar que es tomando la estrategia aparentemente opuesta como éste parece enfrentarse con su destino. Pero es que, y como apostilla el sociólogo polaco tomando las palabras de la artista Przybyla, “estarás vivo siempre que estés degradándote; si has de durar es que ya estás muerto”.
Sin querer desde aquí andarnos por las ramas de la nueva relación que establece el arte contemporáneo con la cuestión de la inmortalidad, lo que sí que es cierto es que, si la modernidad se explica como un proceso de aceleración de los tiempos, si el arte ha tomado la senda de autodigerirse en su instantánea fluidez, lo institucional y museístico, lo comercial y todo ámbito de exposición, suponen un límite irrebasable para el propio arte.
Y es que, si como decimos, el arte ha de evitar que la humanidad olvide su propia mortalidad, si para ello apuesta decididamente por lo fragmentario, lo efímero y lo perecedero, es obvio que su frontera está cada vez más en los anquilosados modos de exposición.
Es a esta problemática hacia la que apunta la actual exposición de Txomin Badiola y que hasta el propio día 9 de Octubre puede verse en la Galería Soledad Lorenzo. La historia es bien sencilla: a partir de tres exposiciones que debían coincidir en el tiempo en el MUSAC, los tres implicados, Sergio Priego, Jon Mikel Euba y el propio Badiola, decidieron darle un aire nuevo y promover algo bien distinto: en lugar de que la inauguración de la exposición fuese el punto final, en este caso no suponía más que el comienzo de una interacción entre los tres artistas.
Reunidos durante 40 días y trabajando 8 horas al día junto a quince voluntarios seleccionados de las facultades circundantes, dieron forma a 30 ejercicios (10 por cada artista) que surgieron a raíz de tres diferentes propuestas expositivas que contenían las condiciones para su ulterior desarrollo.
De esta forma tan aparentemente simple se consigue poner entre paréntesis las propias condiciones sobre las que se levanta cualquier exposición: la producción y recepción de las obras de arte, el papel desempañado por los actores implicados, ya sean los propios artistas o la institución museo, la naturaleza de la supuesta experiencia estética, etc. El carácter de laboratorio en que quedó cifrado este proyecto PROFORMA 2010 queda aún mejor caracterizado si tenemos en cuenta las palabras de Badiola al comentar que los ejercicios consistieron en la realización de “un momento generador de experiencia, de pensamiento o de cuerpos físicos” de manera que cada uno de ellos producía “resultados físicos o inmateriales”.
De todo esto se pueden sacar multitud de consecuencias: ¿tienen aún sentido las fórmulas de producción/exposición para un arte que intuye cada vez más que su salvación solo puede suceder fugándose de su propio concepto y cayendo en las redes de lo efímero, lo inmaterial y lo procesual?, ¿qué carácter ha de tener lo institucional y comercial para un arte que se postula como ámbito de experimentación e interacción, y donde el artista las más de las veces queda “reducido” a promotor de nuevas plataformas para la expresión?



Tres de los ejercicios que Badiola llevó a cabo en dicha PROFORMA pueden ahora verse, transformados, en la exposición que nos ofrece Soledad Lorenzo. El primero de ellos, “Lo que la verdad esconde”, alude a la imposibilidad de llegar a la verdad que ofrece un signo ya que el propio soporte mediático la ha de ocultar. Boris Groys es citado con solvencia: “el signo tapa la visión del soporte del medio que soporta. Por eso, la verdad mediática del signo sólo se muestra cuando ese signo es eliminado y retirado”. Bloques escultóricos y frases en las que se reconoce algún tipo de intensidad redundan siempre en el juego de la imposibilidad implícita de un signo a ser mostrado tal cual es.
El segundo ejercicio, “Consideraciones sobre la creación artística puntualizadas por un pusilánime en 5 jornadas”, parte de un texto confeccionado todo él a partir de citas, en el que un personaje realiza una serie de consideraciones sobre el arte dando pie para que el pusilánime y el aficionado las desarrollen. El texto se desarrolla en un doble ámbito, el de lo meramente textual y el de su ejecución en voz alta, reuniéndose para esto último grupos de tres personas que ensayarán durante la dicción diferentes posturas corporales.
Ambos ámbitos vienen sin embargo a coincidir en lo inespecífico de la autoría en que todo discurso queda disuelto. Siendo como es nuestra cultura la cultura del cut and paste y del do it yourself, todo contenido epistémico queda sepultado por una discursividad siempre fraccionaria, que hace de la cita leitmotiv y que consigue que preguntas acerca del autor o de quién habla queden anuladas. Al final, y como bien señala el autor, quizá lo propio de nuestra época no sea tanto quién habla sino que, definitivamente, hay alguien que habla.


El último ejercicio, “Goodvibes”, recoge para sí diferentes objetos que aluden todos ellos a la idea de “vanitas” y “memento mori” para que, entre ellos, reformulen a través de la perfomance puesta en juego ambas ideas. La escultura de una calavera que remite al monólogo “Alas poor Yorik” de Hamlet y la letra de una canción que alude a la fatuidad de todo deseo, son los principales objetos sobre lo que se construye una contundente reinterpretación de los aspectos más grotescos de una vanidad que no hace sino disolverse en sinsentido.
Estos tres ejercicios, junto con los otros dos que desde el 18 de Septiembre podrán verse en el CA2M, posibilitarán que el grueso de la participación de Badiola en PROFORMA 2010 sea mostrada al público madrileño.

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