lunes, 11 de abril de 2011

FEMINISMO 5G: RETRATO POLIÉDRICO



JUGADA A TRES BANDAS: LAS TRES CARAS DE EVA
GALERÍA RITA CASTELLOTE: 02/04/11-30/04/11
(artículo original en Revista Claves de Arte: http://www.revistaclavesdearte.com/critica/21055/Tres-Caras-de-Eva-en-la-Galeria-Rita-Castellote)
 
Después de haber sobrevivido con mayor o menor fortuna a la fiebre de los postismos que tuvo lugar en décadas pasadas, parece que ahora, como suele decirse, después de la tormenta viene la calma. Aquilatados en una postmodernidad tan líquida que parece empezar a dejar paso –vía crisis financiera, todo hay que decirlo- a una segunda modernidad ya en ciernes, ya pocos se acuerdan del multiculturalismo postmoderno, de las sucesivas muertes falocéntrica y logocéntricas, para dejar paso a una reflexión más consensuada en términos de cosmopolitismo.

En último caso es que, como nos recuerda Gerard Vilar, “el éxito que tuvieron las críticas a la razón, al sujeto, a la representación y al consenso se ve hoy que llevan a posiciones insostenibles y absurdas: ¿quién está dispuesto a no ser sujeto hoy (libre de derechos, diferente) y a no tener razón cuando filosofa u opina sobre el mundo y sobre lo que hay que hacer?”.

Modificada entonces la orografía sobre la que se sustenta todo discurso, quizá sea ahora cuando los diferentes “ismos” han de virar casi en redondo y sumarse no ya al desafuero de la razón reconvertida ya en cínica, sino consensuarse en hacer efectiva una Modernidad que, sin poder renunciar a su vertiente emancipatoria, ha quedado como proyecto inacabado.

En este sentido, la exposición que hasta el próximo día 30 de Abril puede verse en la Galería Rita Castellote trata de reflexionar sobre las condiciones en que aún cabría apelar al feminismo, a un feminismo de ya quinta generación. Y es que, como bien dice la hoja de exposición “sin remontar a la historia de los derechos de la mujer y el sufragio incluido, además de las reivindicaciones iniciadas en los sesenta y ya conseguidas, el feminismo de quinta generación, de nuestra actualidad, consiste en un escrutinio a nosotras mismas, no de lloriquear sino de tomar la vida por las riendas”.

Comisariada por Catherine Coleman Mchugh, Jefe de Servicio N26 del MNCARS y dentro de ese gran evento que ha supuesto Jugada a tres bandas, la exposición reúne a tres artistas que, de modo autobiográfico, enfatizan mediante un antes y después las nuevas condiciones en las que cabe insertar el discurso feminista.

Veronika Márquez (Montevideo, 1979) dispone en sus fotografías de modo aséptico y sin ningún efecto ilusorio a dos mujeres que, a fuerza de dejar el hilo narrativo desconectado, produce una honda impresión de extrañeza en el espectador. Incluso, dudando de si son o no la misma persona, las preguntas que uno puede hacerse ahondan de manera radical en ese espacio comunitario en que se da toda comunicación. La artista recupera su pasado como prostituta para realizar un striptease también ideológico a ritmo poético en el vídeo que acompaña a las fotografías. ¿No será eso que se ve aún sin ser visto, todo lo que venga a llenar el espacio donde hacer emerger una identidad propia, en este caso la de la mujer?

Cabello/Carceller (París, 1963 y Madrid, 1964), dúo de artistas españolas que ya de por sí representan en sí mismas, como artistas, un dispositivo de comunicación y debate, participan con una obra que ha de insertarse dentro del conjunto de sus preocupaciones acerca de la problemática sobre identidad y género, redundando en lo hegemónico masculino como ámbito de confrontación, lucha y violencia. Aunque la obra expuesta no pertenece a sus últimas producciones, se puede ver en estos días una exposición más completa de su obra en la Galería Elba Benítez.


Por último, la obra más radical, aunque sea solo en la puesta en escena, es la de Jana Leo (Madrid, 1965). Violada en 2001, al poco de mudarse a Nueva York, su labor artística desde entonces se ha focalizado principalmente en la documentación –a través de fotografías, documentos tanto privados como policiales, e incluso registros sonoros del juicio- de tal acontecimiento. La muestra que tuvo lugar en el 2009 en Nueva York y en la cual la artista reunió todo ese material tiene ahora su réplica –en modo reducido obviamente- en la exposición que nos ocupa

Roto el ciclo normal de la memoria por ese brutal y salvaje acontecimiento, la artista se afana, desde una mirada asombrosamente objetiva y que no deja nada a la censura, en explorar el régimen de las ausencias en que toda su vida se ha convertido. Dos fotografías, una del antes y otra del día después dan buena prueba: lo que se persigue es capturar ausencias, ver en el documento fotográfico eso que ahora se ha tornado en invisible. En este sentido el trabajo de Leo se inserta dentro de las prácticas hacia las que la comisaria se ha dirigido con mano magistral: no ya un feminismo revolucionario, sino un feminismo que postule por la emergencia de aquello que sigue olvidado y silenciado, un feminismo como modo de comunicación y debate, de emergencia procesual de una identidad no ya como confrontación falocéntrica sino como efecto de una praxis comunicativa propia.

Así, es fácil concluir que, por poner por caso, nada tiene que ver este ejercicio autobiográfico con la famosa cama de Tracy Emin, al igual que tampoco tienen mucho que ver las fotografías disfrazadas de Cindy Sherman con la obra de Veronika Márquez. Si antes se trataba de expurgar fantasmas, de dejar un rastro de perdidas, de luchar por la propia identidad, ahora todo remite a la plausibilidad de un ámbito que medie entre un ‘antes’ reprimido y acongojado, y un ‘después’ que no sea la mera violencia de lo impuesto ni la melancolía de la negación.

En definitiva, no es que Eva tenga solo tres caras: es que tiene infinitas. Misión del arte –y en el caso de esta exposición superada con nota- es ayudar a hacerlas visibles.





1 comentario:

  1. No puedo estar más de acuerdo con la tesis de este artículo. Magnífico y extraordinaria propuesta de la comisaria

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