miércoles, 15 de febrero de 2012

ARCO’12: EL TRIUNFO (O CASI) DE LA VOLUNTAD


Como cada año, ARCO acude puntual a su cita. E, igualmente, como cada año, en ese ejercicio masoquista de autojustificación, ARCO parece tener que ser juzgado por su propio presente y, sobre todo, por su pasado. Normal para una producción, la artística, que pareciera estar en crisis aunque los números y cifras que se manejen mareen cada día más.

Y es que, pensamos, la pandemia consiste en cortar todo por el mismo patrón y mover así la cabeza como diciendo esto no es lo que era. Todavía pareciera que para muchos eso del mercadear con arte es un oprobio para la propia práctica artística y, pese a no perder un instante en comparecer y dar rienda suelta a las críticas, seguir atrincherados en el dogma purista a la espera de algún tipo de redención o salvación intuitiva-intelectual.

Obviamente que en el arte existen ecuaciones maliciosas o del todo punto perversas como aquella que equipara de forma malévola las cifras de los artistas que están en nómina de las grandes galerías, con los elegidos para la gloria por grandes museos e instituciones. ¿Porqué los artistas de las grandes galerías son siempre los más caros, los más elegidos, los más de todo?

Y de eso va ARCO –o por lo menos lo intenta: de crear algún tipo de dinámica que, lejos de los grandes tinglados postartísticos de la bienalitis y el feriantismo como pandemia orgiástica del mundo-arte global, logre crear algún otro tipo diferente de dinámica. Porque es tanto lo dejado por el camino, tantos los experimentos que se han llevado a cabo, que lo que queda es aprovechar algún tipo de rebufo y seguirle la pista hasta la extenuación. Del net-art que ya casi ni recordamos, nada de nada; del arte sonoro, menos que nada; instalaciones performativas, a nivel del mar; la programación de ARCO40, sedimentada y olvidada. Y podemos seguir: grandes galerías, en su casita. Ahora lo que que toca es esperar otra secuencia, otro ritmo. Perdido Latinoamérica, perdido el pulso con Centroeuropa, acobardados por el empuje de las nuevas potencias asiáticas, solo queda voluntad, fuerza y emplearse a fondo para crear esas dinámicas de las que habla Carlos Urroz cabe esperar.


 
Por de pronto, y una vez pasado el susto de la enésima boutade de Eugenio Merino, una vez pasado el susto de alguna que otra obra con voluntad de impacto (nunca falta ese Folkert de Jong y esa Kimberley Clark), bien pudiera uno pensar que, desde el lado que nos ocupa que es la crítica, hemos salido ganando. Más concisión, más ir al grano, más contundencia. Todo ello en pro de un coleccionista, el privado y nacional, que tiene en el producto patrio un mina de la que se puede extraer sin miedo a secarla.

Y si decimos esto es porque el nivel de los artistas españoles, bien está en decirlo y aunque la feria sea obviamente española, no desmerece de cualquier otro panorama nacional que pudiera irse a buscar en el exterior. José Guerrero, Ignasi Aballí, Mateo Maté, Daniel Canogar, Pepo Salazar, Javier Pérez –mejor su ‘Vida’ que su ‘Carroña’-, Miguel Palma –en una gran instalación-, o Javier Peñafiel, son figuras –con otras muchas- que no pasarían desapercibidas en ninguna situación.

Además cosa que hay que ver, en una lista nada completa, bien podría ser el ‘Delay’ de Chistoph Girardet, los sueños con Duchamp de Álvaro Barrios, las ‘escaleras a ningún aaprte’ de Carlos Schwartz, el gran vídeo de Julien Rosefeldt, las ‘carteras’ de Muntadas, el trabajo –una vez más y después del boom del año pasado- de Los Carpinteros, George Roussel y sus collagues fotográficos, Matt Mullican, Rebeca Horn, Carlos Garaicoa, etc.

No obstante, lo más interesante es darse una vuelta por la sección Opening y, sobre todo, por los Solo Projects. Ambas propuestas, comisariadas de forma excelente, nos ofrecen más que pinceladas de artistas pertenecientes a jóvenes galerías internacionales, la primera, y a galerías iberoamericanas la segunda.

A destacar en Opening las propuestas de Leonor Antunes, de Gwnneth Boelens, de Vasco Barata y el video humorístico y ‘protestón’ de Ciprian Muresan. Más potente aún, dentro de los discursos que sorprenden en los Solo Projects bien se puede citar a Miguel Ángel Marcos y su video de las páginas amarillas, a Dias & Reidweg y el paseo de un espejo por las favelas brasileñas, el video de los tapones de Harker & Conlon o la propuesta económica-artística de Alicia Herrero como dispositivo de estudio de los propias mercancía-arte.

Javier Pérez

Pero para no perdernos entre tanto nombre, lo mejor es que uno acuda despreocupado, sabiendo que a menos que uno compre en esa tienda bien de postín que es ARCO, todo lo que sucede ahí no tiene nada que ver con uno, a no ser también que de tanto en cuanto uno logre evadirse del circo circundante y mediar algún tipo de relación estética con la obra. Si destacamos estas diez piezas, es únicamente con el propósito de poner sobre el tapete las veces que eso nos ha ocurrido a nosotros. Lástima que, esta vez, no hayamos llegado a la mítica cifra de diez:

1- Alfredo Jaar: quizá uno de los artistas más importante de lso últimso años. Su trabajo con las lógicas de la imagen no dejan de sorprendernos. Esta vez su diana es el imaginario 'obamiano' y el affair Bin Laden.

2- Javier Codesal: que este hombre se aun inmenso desconocido no ya para el ciudadano medio sino para el aficionado es una injusticia manifiesta. Desde aquí, nuestro aliento.

3- Daniel Jacoby: presente en Solo Projects y en el programa general, su obra ya destaca por su contundencia.

4- Erwin Olaf: el año pasado uno e sus vídeos fue de los más aclamados, y esta vez hay cola para esa instalación ‘tras la mirilla’.

5- Carlos Irijalba: ya pudimso ver alo de sus obra en el ‘Jugada a tres bandas’ de la Galería Travesía 4’, pero esta vez, con mayor desarolo, no defrauda en absoluto.

6- Fran Meana: esas 'historias posibles', esa reconstrucción de lo no-sucedido, esta en al honda de las mejores estrategias artísitcas que se pueden ver.

7- Regina de Miguel: ya vista, entre otras, en las Generaciones 2011, su trabajo genealógico y documental destaca ya pese a su juventud.

8- Carlos Bunga: las arquitecturas imprecisas, los lugares corredizos, esa estéticas del desecho con la que trabaja, apuntan a la constatación de un gran artista.

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