NACHO CRIADO: AGENTES COLABORADORES
MNCARS: 05/05/12-01/10/12
(artículo publicado en 'Arte10': http://www.arte10.com/noticias/index.php?id=414)
Dos años después del
fallecimiento de Nacho Criado (Mengíbar,
Jaén, 1943 – Madrid, 2010), dos exposiciones retrospectivas dan fe de
quien fue uno de los pioneros del arte experimental español. Con sede en el Palacio
de Velázquez y el Palacio de Cristal, las muestras recorren sus más de cuatro
décadas de trabajo, la pluralidad de medios utilizados (instalación, escultura,
fotografía, vídeo o arquitectura) y su interés en el arte como proceso
temporal.
El comentario quizá sea somero,
pero da buena cuenta de la importancia de un artista con una trayectoria de
primer nivel, Premio Nacional de Artes Plásticas en 2009 y representante
español en la Bienal de Venecia de 1977.
Pese
a que para muchos, en un primer momento, su trabajo cabía cifrarlo como de
minimalista, la toma de posición de Criado estuvo amparada por la
contestación a las aporías en que pareciera incurrir la propia práctica
minimalista a finales de los 60. Partiendo de ideas traídas del arte póvera,
tomando en consideración los movimientos reivindicativos que pretendían
desasirse de los encorsetados campos teóricos del minimalismo y el conceptualismo
–y sin olvidar la labor escultórica de artistas como Jorge Oteiza, Eduardo Chillida o Julio González-,
Criado
irrumpió con fuerza en el panorama español apostando por estrategias como el
arte procesual, acentuando así el carácter de no acabado de la obra de arte y
la gesta antimoderna de toda la producción artística creada desde entonces.
El
propio título genérico de las muestras nos da una idea de la preocupación
principal de Criado:
el tiempo. “Agentes Colaboradores” alude a ese trayecto de una y vuelta donde
el artista propone y los medios materiales y físicos disponen. Termitas,
hongos, el tiempo físico y cronológico: agentes que, más que destructores,
colaboran con el artista en el acabado (imposible e infinito) de la pieza.
Criado,
sentando como decimos sus bases en el giro antimoderno que ya quedaba
consolidado a mediados de los 60, toma posiciones en las dicotomías que más
profundamente han marcado el desarrollo del arte: materia y forma, autoría,
construcción y destrucción, idea y forma, tiempo y devenir. Si su trabajo se
resuelve como fundamental es porque fue un pionero a la hora de dar forma a una
nueva manera de comprender el arte y las
relaciones teóricas y prácticas que generaba.
De
sus primera piezas de maderas carcomidas como por ejemplo YZ (1968),
hasta In/digestión (1973-1976) donde propone un ejemplar de La Gaceta
del Arte expuesta a la acción de polillas o, más recientemente, la propia obra No
es la voz que clama en el desierto
(1990), el grueso del trabajo de Criado
trata de fagocitar la unicidad sobre la que antaño pareciera descansar
plácidamente el arte. Oponer la obra acabada a una obra dejada al azar de los
inconvenientes, donde la trampa y la mentira (De trampas y mentiras, 1999) rodean un señuelo mientras la obra
pareciera estar, siempre, en otro lugar, otra parte.
En
definitiva, la importancia crucial de Nacho Criado radica en llevar el arte
español a la senda por la que ya discurría el arte más internacional. Un
trabajo que bebe de las fuentes más originales del arte nacional pero que es
capaz de hallar sustento en la influencia de artistas diversos y
multidisciplinares como Duchamp
o Rothko,
que conjuga el povera con lo conceptual, que hace del minimalismo únicamente
una treta por la que dejar destilar la temporalidad en constante devenir.
No
ya plegarse a los dictados de lo representacional, no ya encallar en la rémora
constante de un tiempo comprendido siempre como presente, sino, más bien, tratar
la fugacidad de todo acontecimiento, entablar diálogo con las potencias de lo
virtual. No tanto mostrar sino señalar la huella, la fuga de un acontecimiento
que se evade de su sola presencia. Eso, precisamente, es el arte, señalar el escapismo
de un tiempo que se nos va de las manos, incidir en esa diferencia post-estructuralista
que hace del tiempo siempre una serie que s ebifurca hacia el pasado y hacia el
futuro.
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